Los retos profesionales ante la Criptotendencia



Son muchos los actores nadando en el sentido de la acelerada corriente de las denominadas CRIPTOMONEDAS, entre ellos, reconocidas Universidades, prestigiosas organizaciones del gremio profesional vinculado al área económica, tenemos también a inversionistas y confeccionistas de derivados, muchos más promotores de las nuevas tecnologías de la información aplicada a las finanzas o el  FINTECH y otro gran contingente de letrados del BLOCKCHAIN y sus mutaciones. Tenemos incluso un Estado que fracasó al aplicar un anacrónico modelo petro-rentista-populista, el cual sin embargo, es ahora pionero en la emisión de una “criptodeuda” soberana. Es cierto que hay muchos entusiastas por la tendencia, pero no faltan los detractores de la misma. Hay de todo y para todos.

La mega tendencia global no fue creada, pero si impulsada por Satoshi Nakamoto, seudónimo de un personaje mítico creador del BITCOIN que parece salido de una caricatura posmodernista con un guion sin autores conocidos, mismo que de forma disruptiva busca cambiar el orden económico signado por el sistema monetario internacional. Al legendario personaje, hay quienes incluso aseguran haberlo visto caminando por las calles de Londres comiendo pizza agarrado de la mano de su contador. 



De la misma forma en que las redes sociales recientemente irrumpieron en la vida del ser humano dejando poca oportunidad para escuchar con suficiente detenimiento a quienes alertaban sobre la drástica forma en que la mismas provocarían cambios significativos en la manera de relacionarnos y especialmente de comunicarnos, saltándose y vulnerando muchas veces las garantías que se habían construido por décadas respecto a la convivencia en sociedad y especialmente a los derechos a la privacidad o confidencialidad de la información personal; hoy asistimos a una CriptoRevolución o CriptoTendencia que se apodera rápidamente de los espacios cotidianos de la cultura económica global y la cual deriva en una cotidianidad que le atribuye ya lugar común en muchos círculos sociales y especialmente en el lenguaje que estos utilizan.

En un entramado de nuevos términos y un pelotón de  gurús que los citan incesantemente dando fuerza a la tendencia, se erige la hipótesis de que subyace en ellos una neolengua Orwelliana destinada al  encauzamiento de muchas mentes en el criterio de la aceptación del valor que debe atribuírsele a las CRIPTO. Por este medio tenemos que la sola composición de la expresión o acrónimo criptomoneda o cryptocurrency, nos insinúa la analogía con las monedas “reales” que conforman el sistema monetario global. Pero, ¿Son las criptomonedas realmente unas monedas?

Algunos incipientes escépticos vienen señalando que las monedas virtuales, como también se les denomina, no son monedas en el sentido estricto de la palabra y no se les debe atribuir ese mismo valor. Y ofrecen que alternativamente se les califique como criptoactivos o activos digitales. Pero paradójicamente al hacerlo nos simplifican y encaminan a la creencia de que los mismos son ciertamente “activos”, es decir, algo que existe y tiene valor incluso como intangible. Pero la pregunta ahora sería si estas ¿Son realmente activos?


No hay duda de que hay una saturación por sobreexposición al tema “cripto”. Esta se difunde en las redes sociales, aunque han surgido iniciativas de limitar su publicidad en esos espacios. Hay también una dinámica actividad en los medios de comunicación convencionales televisivo, radio y prensa, así como en círculos de discusión académica. 

Hay un aspecto en particular que en la difusión del mensaje de los promotores de la criptotendencia es necesario evaluar con mucha atención, se trata del lenguaje utilizado y sus implicaciones. Los objetos que conforman la construcción gramatical se sustentan en su significado. Son construcciones teóricas que por medio de la lingüística nos permiten dimensionar una realidad abstracta que da forma al conocimiento. Y por ello no es inerme la forma en que indistintamente le llamemos a las "cosas". 


Seguramente no tendríamos la misma percepción cognitiva y el mismo agrado, si en vez de una “criptodivisa” o "criptomoneda",  nos ofrecen una “criptoficha” o una “criptocosa”. De la misma forma que no sería lo mismo para nosotros una “criptomentira” que una “criptoverdad”. Es allí donde tiene mayor relevancia anticipar que la neolengua, a través de una construcción semántica podría estar inoculando un significado con una intencionalidad específica envuelta en una propaganda constante y reiterativa destinada a mercadear la rápida apropiación y reconocimiento masivo del objeto. Esto a una sociedad que no en pocas ocasiones ha sucumbido a la promesa o el atajo del fácil enriquecimiento especulativo. Por ello, los analistas del fenómeno deben ser muy rigurosos, especialmente para no dejarse influenciar por quienes antes han pretendido acuñar el significado que se atribuyen a las "cripto...".


Hay quienes plantean que el tema medular sobre esta tendencia va más allá de la mera instrumentación o uso de las cripto en esquemas de negocio o inversión, minado, creación de una wallet, operaciones p2p, entre otras. Ciertamente eso termina siendo relevante para los que quieran operar con estos activos virtuales, pero tiene que ver más con la forma y no tanto con la esencia que busca la valoración contable de los instrumentos virtuales.

Se escucha en muchos foros expresiones tales como: "el fenómeno de las criptomonedas no puede valorarse con los paradigmas tradicionales, porque su carácter disruptivo exige una nueva visión", otras citan que "Necesitamos abrirnos a la nueva realidad, si ello será imposible comprenderla".
Estas, y muchas otras frases de la misma especie, terminan siendo solo un eslogan carente de contenido que poco o nada aportan al debate serio y profundo que los profesionales deben exigirse en esta materia.

En ese sentido, el tema medular para los profesionales del ámbito contable debería ser otro, más allá de los aspectos instrumentales, como por ejemplo, la definición cierta de la naturaleza de esta novedosa instancia virtual, así como para los tributaristas, el entender y explicar como impactará la determinación de la base imponible de los diferentes tributos, o para las autoridades financieras, medir el impacto en las estrategias dirigidas a evitar el blanqueo de capitales, o el impacto que en la economía podrían tener.

La justa valoración que hagamos de lo que me inclino a denominar por ahora solo como “cripto-códigos” generados a partir de un algoritmo matemático y que se conserva en un sistema encriptado, en un sistema descentralizado, obliga a deslastrarnos de los juicios valorativos movidos por la excesiva emotividad, la moda, la neolengua o la efectiva mercadotecnia. Así como también debemos librarnos de la excesiva desconfianza. Para el estudio en el contexto contable y jurídico, se requiere de una visión neutral, objetiva y profesional multidisciplinaria.

Insisto en que no se trata de estar a priori en contra o en favor de la criptotendencia y sus efectos, sino de ser lo suficientemente racionales y profesionales frente a la tentativa de dejarnos llevar por la euforia de un lado o por el escepticismo en el otro extremo, según sea el caso.

El rol de los profesionales de las ciencias económicas y jurídicas debería entonces encaminarse en fungir como el cable a tierra para que los soñares no pierdan irremediablemente el rumbo, pero claro está, sin truncar su vuelo. De allí que la prioridad y enfoque de estos profesionales es comprensiblemente distinta al del resto de la gente. Alguien debe mantener la sobriedad para conducir responsablemente el vehículo a casa luego de finalizada la fiesta.




El nuevo paradigma tecnológico inherente a la cadena de bloques o blockchain y sus derivados, bajo un protocolo descentralizado y público, es ciertamente una revolución que generará cambios en la sociedad, como siempre lo ha hecho la tecnología. Nuestra capacidad de modificar el estado de las cosas, es propia de la naturaleza humana. Primero el desafío fue cambiar el entorno físico y ahora nos aventuramos a la transformación de las abstracciones que construimos antes para delimitar el mundo en el cual basamos nuestra existencia y dentro del cual perfilamos el ejercicio de la relevante cultura económica. Ese es uno de los valores positivos de la criptotendencia.

Son muchos los ámbitos en los que la nueva tendencia cripto tiene connotación, el contable, el tributario, el contractual y el jurídico en general, son apenas algunos de ellos. Incluso, el Blockchain y sus protocolos tienen una diversidad de aplicaciones que pueden desarrollarse y evolucionar fuera de la concepción inicial de las monedas virtuales.

El cambio está ya en marcha y no se detendrá a esperarnos. Nos corresponde acelerar el paso firme en lo referente al estudio de este novedoso tema, asumiéndolo conscientemente bajo una óptica racional que evite la temprana obsolescencia de las instituciones frente al impulso de la tendencia, pero sin que el apuro extirpe la rigurosidad que corresponde observar en el ámbito profesional.

En este sentido es plausible y realmente meritorio la iniciativa que desde varias instituciones universitarias en el país (Caso de la FACES de la Universidad de Carabobo), se han planteado con la incorporación de la asignatura relativa a esta criptotendencia en seminarios, cátedras formales y cátedras libres, las ONG promotoras de su estudio, así como el esfuerzo que el gremio de la Contaduría Pública del país viene impulsando con la conformación de grupos de investigación para el análisis de esta novedosa temática.

Gerencia y Tributos


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